jueves, 3 de octubre de 2013

POR EL NOROESTE DE GUADALAJARA

   Puede uno recorrer 120 km., de ida, por carreteras del noroeste de Guadalajara y no cruzarse más que con cuatro vehículos en un día no festivo, miento por que cruzarme fue solo con uno, los otros tres me adelantaron parado, contemplando el paisaje. El recorrido puede empezar entrando en la provincia de Guadalajara desde la de Madrid al poco de dejar Patones con destino a Valdepeñas de la Sierra por el puente donde a pocos metros se unen las aguas del Lozoya y el Jarama, ríos de frontera de las dos provincias en estos tramos.
   El territorio que conocía hasta Valverde de los Arroyos es espectacular, tomando el desvío hacia Valdesotos y la Presa del Vado, este verano un incendió quemó parte de el y ahora parece un paisaje volcánico, todo negro, menos mal que el fuego no llegó hasta las ruinas del monasterio de Bonaval en Retiendas que vistas desde la carretera impresionan por su soledad en medio de este valle del Jarama. Poco más adelante se llega a la Presa de El Vado con, para mi, sus mejores vistas llegando por esta dirección. Son tantos los sitios donde parar, Tamajón, su Ciudad Encantada, tantos los cruces que te llaman hacia otros lugares como los pueblos de la arquitectura negra, Majaelrayo, Campillo de Ranas, pero decido continuar hacia el otro lado del Ocejón a Valverde de los Arroyos pues son muchas las rutas que por aquí pueden entretenerte el día entero.


   Valverde de los Arroyos también pertenece a la zona de la Arquitectura Negra, llamada así por su construcción que emplea pizarras de la zona de tonos muy oscuros, aquí hago mi primera parada para comer algo y admirarla de nuevo tan bien conservada que da gusto verla, el Ocejón, a veces amenazante a sus espaldas, las chorreras de Despeñaelagua, su pequeña iglesia a la que en el s. XVIII un vecino puso unos reales para construirla un pequeño atrio en su entrada y que las bestias de carga no se arrimasen a su puerta lo que enfureció a los demás vecinos pues para su gusto y disfrute empequeñecían la plaza, ya de por si de escasas dimensiones, montaron pleito que llegó a Madrid pero toparon con la iglesia y el atrio se construyó.
   Parto de Valverde hacia terrenos desconocidos y un corzo se cruza en mi camino como alma que lleva el diablo con lo que decido ponerle de nombre la Ruta del Lobo, hace algunos años cruzó el Duero y anda reconquistando, como los cristianos antaño, estas tierras poco habitados y llenas de ganado para sentirse el rey. Decido llegar a Galve del Sorbe donde sus ganaderos ya han sufrido varios ataques de mi amigo el lobo, no sé lo que me considerara el bicho pero yo soy del tiempo de Fauna Ibérica del gran Félix Rodriguez de la Fuente. Medidas de protección seguro que tomaran para que no salgan demasiado perjudicados los ganaderos pero es difícil sobrellevar el asunto´siendo alguno de ellos.


    Si ancha es Castilla larga es Guadalajara si quieres visitarla, y solo hablo de su noroeste, más de un día y de dos puedes echar en admirarla. Galve del Sorbe, ya casi en sus límetes con Segovia y Soria, guarda para el viajero un pequeño castillo. El nombre de Galve le viene de un general árabe en tiempos de Abderramán III, Galvi ben Amril. Me acerco a la vecina Cantalojas, puerta ya del Parque Nacional del Hayedo de Tejera Negra desde donde decido volver y hacerlo por algún sitio no conocido y claro carreteras secundarias de mi gusto no me van a faltar para elegir.


   En Condemios de Arriba tomo un cruce hacia Arroyo de las Fraguas, pequeño pueblo que en tiempos remotos contó con alguna mina de oro y en más recientes del s. XIX de plata, cuando la fiebre de Hiendelaencina. Salgo por la carretera que me bajará hasta la conocida Cogolludo, ya de vuelta, y de repente en la altura un mar de copas de pinos a mis pies que en días de viento debe ser alucinante contemplarlo.

miércoles, 31 de julio de 2013

DE TABARCAS

 
   La pequeña isla de Tabarca en la costa de Alicante bien pudiera haber sido la ínsula que entregó Don Quijote a Sancho como pago a sus servicios para llevar allí a gobernar a su Aldonza y en alguna tarde de añoranza, subidos al faro, intentar otear La Mancha detrás de la costa alicantina pues Santa Pola apenas está a ocho kilómetros de distancia (debería traducir esto a millas náuticas) pero esta es otra historia.

   Tabarca, la alicantina, debe su nombre como isla habitada a otra Tabarca, la tunecina, habitada en un tiempo por cristianos de origen genovés dedicados a la extracción de coral y que un mal día de 1741 fue asolada por corsarios tunecinos, al fin y al cabo les pillaba a mano, haciendo prisioneros a más de ochocientas personas en su mayoría mujeres y niños para ser vendidos como esclavos en Túnez.

   Unas décadas duró la esclavitud hasta que en 1768 las negociaciones del papado y del rey español Carlos III consiguieron el rescate de ellos más sus descendientes para ser instalados unos en pequeñas islas al lado de Cerdeña y otros, 349 en total, traerlos a España y que el rey les ofreciera habitar la isla donde consiguieron crear un bello pueblo amurallado que hoy vive prácticamente del turismo a través de los catamaranes que se acercan por unas horas todos los días desde los cercanos puertos de Alicante, Benidorm, Torrevieja o Santa Pola; yo lo hice desde el más lejano de Benidorm y el viaje es de poco más de una hora. Unas horas en Tabarca en las que te da tiempo a conocer el pueblo, la isla, darte un baño en sus playas y comer en alguno de los varios restaurantes que tiene. Pasear por sus calles es un placer, admirar los restos de sus murallas, puertas o de la preciosa iglesia en vías de reconstrucción pues está muy deteriorada y donde un pequeño santo en un altar, regalo de la familia Russo italiana, me hizo recordar que todavía son muchos los apellidos de origen italiano en sus habitantes.
Fotos de Isla de Tabarca - Imágenes destacadas
Esta foto de Isla de Tabarca es cortesía de TripAdvisor
Fotos de Isla de Tabarca - Imágenes destacadas
Esta foto de Isla de Tabarca es cortesía de TripAdvisor